La historia de hoy viene inspirada por una persona virtuosa en cierta medida.
Con potencial grandísimo de hacer cosas chulas y de vivir muy por encima de la media pero... decide hacerse funcionario.
No me entiendas mal, no tengo nada en contra de los funcionarios: hay mucho que son necesarios, y muchos otros que no.
Algo que no es cuestionable es que el modelo del funcionariado no fomenta precisamente el trabajo ni la evolución positiva.
Es como vive okay pero no destaques ni un poco.
Hoy quiero hablar justo de eso.
Sobre la excelencia y la mediocridad, por un lado como individuo independiente y también como sociedad.
Primero de todo.
La excelencia es una cualidad producto de perseguir la inalcanzable perfección. Propia del individuo.
Es un adjetivo que nace de la comparación de una persona independiente y su comportamiento con el comportamiento general de las personas con las que se relaciona.
O también la comparación con valores prefijados que sugieren la perfección.
Un ejemplo podría ser una clase, si la nota media de la clase es un 8, un alumno que destaque como excelente podría tener una media de 9,5.
Siendo un valor prefijado de la excelencia un 10.
Si la media de la clase es un 4, un alumno destacado podría tener un 7,5.
Es algo relativo.
Por otro lado, la mediocridad.
Es otro adjetivo en este caso atribuido a un rendimiento plano y poco destacable respecto a la comparación.
Generalmente provocado por el conformismo, la falta de incentivos. La famosa ley del mínimo esfuerzo.
Bien.
Ambas dos son cualidades del individuo.
El tema es que lo que hace progresar positivamente al grupo es la excelencia de algunos individuos concretos.
Básicamente es el motor del progreso de una sociedad. Individuos concretos con nombres y apellidos destacando con su aportes excelentes.
Las grandes revoluciones históricas y las invenciones más importantes tienen gente más o menos conocida detrás.
En la historia me baso, no necesito más justificación.
Todo gran movimiento empezó con un pasito de alguien.
La élite (intelectual o de cualquier otro área) de inconformistas que no se bastan con lo mínimo necesario para vivir cómodamente.
Podemos discutir sobre si considero si merece la pena o no ser esa persona destacada.
Sobre si las ganas de comer tienen sentido o no. O si basta con saciar el hambre.
Lo que está claro es que esa elite de personas curiosas e inquietas es necesaria.
Vale. ¿Cuál es el problema?
En este país la excelencia se persigue y se extermina, se culpa de todos los problemas y se erradica. También fomentando la mediocridad por supuesto.
Ese es el problema.
A pequeña escala, como puede ser un chaval sacando buenas notas al que se le llama pringao.
O a mayores, como puede ser un emprendedor al que se le ponen todo tipo de zancadillas y no se le dedica ni un poco de aprecio por parte de la sociedad general.
Seamos sinceros. Perseguir la excelencia está mal visto.
Es triste.
Ya es algo cultural, prácticamente tradicional.
La gente que persigue la excelencia y que realmente tienen un potencial valor enorme que aportar terminan marchándose.
Se van del sitio en el que se premia la mediocridad.
Donde en cuanto alguien vuelta por encima del resto se le tiran piedras y se le cortan las alas.
Sea por el motivo que sea.
Considero que este factor está haciendo de ancla que impide un desarrollo mucho mayor.
Es normal, no interesa que haya gente formada e inteligente haciendo grandes movimientos ahí fuera.
No tiene más que eso.
Solo quiera apuntar esta reflexión y que se reconozca el valor de perseguir la perfección (aunque nunca se alcance)
Si conoces a alguien que quiere ser el mejor en lo que hace o a alguien que hace algo diferente, apóyale y reconoce su trabajo y resultados.
Nada más.
Con esto me despido y te deseo un finde tranquilo y fresquito.
En el momento de escribir esto prácticamente me estoy fundiendo.
Un fuerte abrazo.